Es importante conocer el pasado en el mundo de la moda para ver cómo influye este en el presente. Por eso, hemos querido profundizar y conocer los comienzos de una firma que ha marcado tendencia por crear nuevos códigos estéticos en materia de estilo.
Esta Maison no es otra que Chloé. Fundada en París (Francia) en 1952 por Gaby Aghion, la marca fue una de las primeras en materializar el concepto ‘ready-to-wear’. El resultado se presentó por primera vez en 1956 en el famoso Café de Flore, conocido por ser un lugar de reunión de artistas y creativos de la época. Esto posicionó a Chloé como un referente estético para mujeres intelectuales.
En 1966, fue el famoso y legendario Karl Lagerfeld quien tomó el testigo en su dirección creativa. Su visión, muy contemporánea para la época, logró tener mucho éxito en los años 70 llegando a contar con Jackie Kennedy, Grace Kelly o Brigitte Bardot como musas.
Tras 30 años de trabajo, salvo el paréntesis de Martine Sitbon, Lagerfeld pasó el testigo a Stella McCartney en 1997. Con ella, la marca vivió una significativa transformación hacia una sensualidad más romántica.
En 2001, Stella McCartney decide lanzar su firma homónima, abandonando la Maison Chloé. En ese momento, Phoebe Philo toma su relevo. Una etapa en la que la marca apuesta por diseños minimalistas y nuevos rostros, entre los que figuraban Kristen Dunst, Natalie Portman o Lou Doillon. Esta transformación logra convertir a Chloé en una de las firmas más deseadas de la industria.
A día de hoy, Natacha Ramsay-Levi es la cara visible de la marca. Tratando de rendir homenaje a sus predecesores, esta diseñadora consigue mantener la línea de estos e incorporar las tendencias del presente en ellas.
‘Lo que siempre he querido es que Chloé mantenga un espíritu que consiga hacer feliz a la gente’, afirmó, en una ocasión, su creadora Gaby Aghion. Esta poderosa confesión cobra, en días como los que estamos viviendo, más sentido que nunca.